El ego suele definirse como un exceso de autoestima. Sin embargo, el yoga lo entiende de una forma completamente diferente dado que lo ve como algo necesario para adecuar los diferentes roles que ocupamos en nuestras vidas.
El ego es un término que se escucha con mucha frecuencia y, generalmente, suele ir de la mano del orgullo, la autorreferencia constante y el creerse el centro de todo lo que sucede. De hecho, el psicoanálisis lo define como “la instancia psíquica a través de la cual el individuo se reconoce como yo y es consciente de su propia identidad. El ego, por lo tanto, es el punto de referencia de los fenómenos físicos y media entre la realidad del mundo exterior, los ideales del superyó y los instintos del ello.”
Como he contado en otras oportunidades, soy profesora de yoga y desde hace un tiempito que me causaba mucha intriga conocer qué es el ego según esta sabia disciplina; qué entiende por él y cómo considera que debemos manejarlo.
Para ello, elegí consultarlo con dos personas muy especiales para mí y para todos quienes amamos esta hermosa filosofía y ciencia (entre muchas otras cosas): Dharmachari Swami Maitreyananda (Fernando Estévez Griego), presidente de la Federación Internacional de Yoga y considerado uno de los grandes maestros vivos del yoga a nivel internacional gracias a su excelente formación y amplísimo conocimiento de esta disciplina, y Mataji Lakshmi Devi (Eugenia Salas), presidenta de la Federación Argentina de Yoga y de la Sociedad Internacional de Yoga Aurobindo Sivananda Ashram, la mayor escuela de formación de yoga de toda América. Tuve el honor de que ambos sean mis maestros durante la cursada del profesorado y que hoy lo sigan siendo en este hermoso camino «yoguístico» que he emprendido.
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Dharmachari Maitreyananda y Mataji Lakshmi Devi explican qué es el ego según el yoga
El ego según el yoga “está mal conceptuado”, por decirlo de algún modo. Los seres humanos tenemos una función de la mente que se llama “ahamkara”, que tiene que ver con la mente egotista. Esto demuestra que nosotros tenemos, en verdad, diferentes egos; no somos un ego solo. Por eso, el yoga considera que está mal interpretado. Si una persona se cree más de lo que es para otros, eso no es tener mucho ego, sino tener vanidad, arrogancia, engreimiento o fanfarronería, así como tampoco tener ego quiere decir ser egoísta, porque ser egoísta significa ser egocéntrico y actuar para beneficio propio sin importarle los demás.
Cuando se habla de ego en el yoga, el 99 % de los profesores piensa falsamente que estamos hablando del Yo o de que cada uno de nosotros tiene un ego único. El yoga parte de que cada uno de nosotros tiene diferentes yoes o egos en esa especie de armario que, como se explicó más arriba, se denomina Ahamkara. Ahí existen varios vestidos que nos ponemos a los cuales llamamos Egos. Lo que el yoga enseña es que no hay que creer que uno es un ego en especial.
A veces, sucede que la gente dice: “el yoga me tiene que ayudar a cambiar mi ego o a sacarlo”. Estos son errores graves de concepto porque, en realidad, lo que vendría a ser el “ahamkara”, tiene que ver con los diferentes roles que ocupamos, y éstos, están relacionados con los egos. Las personas tenemos diferentes egos, porque cumplimos en “este teatro”, diferentes roles; uno tiene un ego de hermano, de tía, de pareja, entonces el yoga no nos enseña a que saquemos el ego, sino a que aprendamos a identificar el ego acorde a la situación en la que estamos para no ser dominados por otros egos. Saber utilizar el ego adecuado en cada momento, es yoga.
Pongamos un ejemplo: una madre, utilizará su ego de mamá cuando esté con sus hijos, pero no podrá poner en práctica ese ego en todas las acciones de su día. No puede ir al banco y actuar como si fuera la mamá de quien la atiende, sino que tendrá que “ponerse” el ego de administrativa o ama de casa, por ejemplo. Lo importante es ubicar nuestro ego en el rol que nos ocupa en ese instante. No tenemos que calmarlo, sino ubicarlo.
¿Y el yoga tiene alguna palabra para definir al ego como se lo entiende cotidianamente?
No, el yoga se refiere a trabajar nuestros diferentes egos para no vernos dominados por nuestras emociones, sentimientos y pensamientos. Hay mucha gente que confunde su ego, que se define como maestro de yoga y se coloca el ego de maestro todo el tiempo. Según el yoga, esto no es correcto.
Y también, es importante aclarar: “cada ego tiene su egoísmo”. No podemos amar a otro como a nuestro hijo, porque un padre se ocupará de sus hijos de una forma diferente a como querrá a otros niños, por lo tanto, todos terminamos siendo egoístas en algún sentido.
Mataji, ¿podrías contarnos por favor cómo nos enseña el yoga a trabajar el ego?
Lo que hace el yoga es ayudar a través de la versatilidad. En una clase práctica, se trabaja el cambio de una postura a otra y, en ese cambio, se está trabajando sobre los egos, particularmente sobre el apego a una situación. Si uno hace una postura cómoda y pasa a una incómoda, se torna necesario poder desapegarse del estado de comodidad que dio la postura anterior para adaptarse a la siguiente. Y esto mismo, sucede en la vida.
El aprendizaje que hacemos a través del ego es a desapegarnos de un rol; si se modifica el escenario de conducta, habrá otro rol. Cambiar el ego es la práctica de adaptarse para encontrar, de forma inteligente, algo positivo.
Como comentábamos antes, desde el punto de vista del yoga, el ego tiene que ver con respetar, saber ubicarse. No hay que desapegarse del ego, al contrario: tenemos que aceptar que somos varias personas y que éstas cambian de acuerdo a la situación en la que nos encontramos. El yoga nos invita a desapegarnos para aprender a pasar, de forma positiva, de una situación a otra.
¡Muchas gracias maestros!
Conclusiones de la autora
Estas enseñanzas del yoga, a través de Dharmachari y Mataji, nos invitan a comprender el ego desde un lugar completamente diferente al que estamos acostumbrados. Esta perspectiva, poco conocida, nos posibilita crecer, desestructurarnos y asimilar que no podemos ser siempre los mismos porque vamos cambiando y, en ese camino, vamos a tener que enfrentarnos con el enojo, la sonrisa y el llanto o, incluso, con roles que nos cuestan o que no nos gustan, pero que aún así, tenemos que saber ejercer. El poder adecuar el ego, nos permitirá transitar estas emociones desde un lugar más inteligente, por decirlo de alguna forma.
A diferencia de lo que muchos creen erróneamente, el yoga no plantea que debemos vivir en amor y paz todo el tiempo, porque entiende que las emociones de tristeza o enojo, son parte de la vida. Lo que sucede es que, quien practica yoga, aprende a discernir, soltar y desapegarse para no quedar atrapad@ o estancad@, igual que sucede con los egos. Es saber ser versátil, de forma inteligente, para adaptarse a una coyuntura determinada.
Entender que debemos ubicar nuestro ego en cada situación, nos traerá nuevas vivencias y formas de percibir la vida, seguramente, de una forma más positiva. De este modo, podemos trascender y llevarnos lo mejor de cada experiencia para actuar con inteligencia emocional, adaptándonos y aceptános. Asumir nuestros roles, hace posible conocernos en diferentes facetas para saber adaptarnos de la mejor forma a cada una, en lugar de quedarnos siempre con una única forma de ser.
Aceptar quiénes somos en verdad es el primer paso para comenzar a sanar.